Diagnóstico y síntomas de la fibromialgia
La fibromialgia es una condición clínica caracterizada por la asociación de dolor generalizado, mal dormir y fatiga. (La asociación de varios síntomas se denomina en medicina con síndrome – por lo que se suele llamar síndrome de fibromialgia).
Al no contar con exámenes de laboratorio o con métodos de imágenes que permitan corroborar el diagnóstico, este se establece con un minucioso interrogatorio de las molestias que aquejan a la persona y una adecuada exploración física. Lo que permite establecer el patrón característico del padecimiento y descartar algunas otras dolencias con características similares.
El síntoma clave y característico de la fibromialgia es el dolor. El dolor de la fibromialgia es generalizado (compromete muchas áreas corporales) y crónico (debe tener una duración de al menos tres meses). El médico indagará sobre otras características típicas de este dolor, como es su comportamiento durante el día, desde que amanece hasta la hora de irse a la cama y durante la noche cuando duerme. También determinará aquellas condiciones físicas (actividades diarias, laborales o recreativas), emocionales (estrés) y climáticas que empeoran sus molestias.
Otro de los síntomas claves es el mal dormir. El mal dormir tiene diferentes formas de manifestarse, como el no poder conciliar el sueño, el tener un sueño muy superficial que lleva a despertarse varias veces durante la noche y otras más. Todas ellas se traducen como un sueño no reparador, que el sueño no les rindió, que no lograron descansar lo suficiente. Por último, la fatiga que se presenta desde que la persona se despierta, suele agravarse en el transcurso del día y en ocasiones puede ser de gran intensidad, lo que altera aún más la calidad de vida del paciente.
Si bien es cierto no se conoce la causa de la fibromialgia, sí se entiende el mecanismo que causa este dolor crónico difuso y el sueño no reparador. El dolor es un mecanismo de defensa del organismo, para alertarnos de que tenemos una lesión en algún tejido o que existe el riesgo de que algo nos pueda causar un daño en algún tejido.
Existen tres mecanismos por los cuales percibimos el dolor. El primer mecanismo es que el daño producido en algún tejido o el eventual riesgo de producirse un daño, desencadena un estímulo en los nervios sensitivos. Este estímulo viaja por los nervios hasta el cerebro, en donde el estímulo doloroso es procesado y modulado, luego la persona percibe la intensidad del dolor. Este tipo de dolor se llama dolor nociceptivo. En el segundo mecanismo no existe daño en ningún tejido (ni posible riesgo) sin embargo, por alguna alteración en los nervios sensitivos, transmiten estímulos al cerebro, que son interpretados por el paciente como dolorosos.
El dolor se localizará dependiendo del origen del nervio o nervios dañados. Este mecanismo se conoce como dolor neuropático. En el tercer mecanismo tampoco existe daño en ningún tejido, ni tampoco se encuentran alterados los nervios sensitivos. El cerebro por una alteración funcional procesa e interpreta los estímulos sensitivos no dolorosos como dolorosos y los estímulos dolorosos normales como intensamente dolorosos. Así, por ejemplo, el paciente con fibromialgia percibe los abrazos de afecto como dolorosos e inclusive en ocasiones los pequeños golpes se perciben como intensamente dolorosos. Este mecanismo se conoce como dolor central y se percibe, por lo tanto, en muchas áreas corporales.
Este es efectivamente el que se conoce como el causante del dolor en la fibromialgia. Esta alteración en el procesamiento de los estímulos nerviosos dolorosos y no dolorosos en el cerebro se debe a un desbalance en las sustancias cerebrales (neurotransmisores). Existen neurotransmisores que inhiben los estímulos nerviosos dolorosos, los cuales en el dolor central se encuentran en niveles bajos y los neurotransmisores que favorecen los estímulos sensitivos se encuentran aumentados.
El mal dormir es un síntoma fundamental de la fibromialgia. Se ha considerado en forma simplista que el paciente duerme mal, porque el dolor no lo deja dormir. Sin embargo, se sabe desde hace varios años que los pacientes con fibromialgia tienen un patrón de sueño anormal. Estudios de electroencefalografía durante el sueño en pacientes con fibromialgia detectaron un patrón específico, que explicaba el sueño no reparador que sufren los pacientes con fibromialgia. Se demostró además que la deprivación del sueño por varios días llega a producir un cuadro de dolor difuso semejante al de los pacientes con fibromialgia. Actualmente, se conoce que la deprivación del sueño o la falta de un sueño no reparador favorece a la alteración en el procesamiento del estímulo nervioso a nivel cerebral.
El síndrome de fibromialgia se asocia con una gran cantidad de otros síntomas ,como lo son la migraña, mareos, confusión, problemas de memoria, problemas de concentración, adormecimientos, ardor corporal, dolor torácico, calambres abdominales,diarreas, constipación, molestias urinarias, entre muchos otros. Estos síntomas varían entre pacientes en cuanto al número de síntomas asociados y la intensidad de los mismos. La asociación de estos síntomas junto con las molestias propias de la fibromialgia (dolor
crónico difuso, fatiga y mal dormir) suele hacer que los pacientes consulten frecuentemente por estas molestias, lo que dificulta la interpretación de estos síntomas en una sola entidad clínica, atrasando en muchas ocasiones el diagnóstico. En cuanto a los síntomas asociados tienen particular importancia las alteraciones del ánimo (ansiedad y depresión). Se sabe por diferentes estudios que la asociación de estas alteraciones del ánimo se presenta en un porcentaje variable de pacientes. Este porcentaje varía según el método empleado para su determinación, los años de padecer de la enfermedad de la población estudiada y el nivel de atención de salud donde se realizó el estudio. Se estima en general que el 40% de los pacientes con fibromialgia tienen una alteración del ánimo.
Lo importante de esta asociación es que, a mayor grado de angustia o depresión, más intenso será el dolor, el mal dormir y los otros síntomas de la fibromialgia, peor será la incapacidad que provocan los síntomas y la calidad de vida y la respuesta terapéutica será menor. Por lo que es imprescindible detectar estas condiciones en los pacientes con fibromialgia para que reciban el tratamiento correspondiente. Muchos pacientes rehúsan ser diagnosticados de algún trastorno psiquiátrico, incluso ser valorados por un psicólogo o psiquiatra porque temen que entonces sus molestias serán consideradas como psicosomáticas, como imaginarias, como si no fueran reales. Lo que evita que algunos pacientes consulten con el especialista privándose de la importante ayuda que podría ofrecer en el manejo de este padecimiento tan complejo.
Se debe aclarar que el tratamiento por parte del psicólogo o psiquiatra va ayudar al manejo integral del paciente. No es que el manejo psicológico o psiquiátrico vaya a resolver todos los síntomas del paciente, pero sí le va a beneficiar, particularmente, en como sobrellevar el estrés. El cual es uno de los principales factores agravantes del dolor y de las demás molestias de la fibromialgia.
El dolor generalizado permanente y el sueño no reparador lleva a un mal acondicionamiento físico, que se refleja generalmente por una exacerbación del dolor al realizar algún ejercicio físico. En algunos casos este mal acondicionamiento físico es tan severo que lleva a que prácticamente toda actividad física sea dolorosa. Lo que provoca un temor a ejercitarse agravando la situación en un circulo vicioso. El tratamiento del síndrome de fibromialgia inicia con una adecuada educación al paciente con respecto a que se entienda claramente el mecanismo del dolor y de los otros síntomas de la fibromialgia.
El entender el porque se tiene tanto dolor ayuda a aceptar el tratamiento y a participar en seguir las recomendaciones que procuran disminuir los factores que aumentan las molestias de la fibromialgia. De acuerdo a esta comprensión entendemos claramente la necesidad de hacer ejercicio físico. El cual está orientado a reacondicionar el estado físico. Este es un proceso lento, que inicia con ejercicios de estiramiento y fortalecimiento muscular leves, que deben ir progresando en dificultad e intensidad lentamente. La realización rutinaria de estos ejercicios logra disminuir en algo el dolor y mejorar la calidad de sueño. Aquí también es necesario mantener posturas ergonómicas adecuadas, en prácticamente todas
las actividades cotidianas. Por lo que se recomienda el acompañamiento de un especialista en el campo. El segundo punto que se debe recalcar es el tener una adecuada higiene del sueño. Lo que implica dormir entre 6 a 8 horas, en un horario lo más estricto posible, acostarse y levantarse siempre a la misma hora. Irse a la cama solo a dormir, evitar acostarse para leer, ver televisión u otras actividades. Evitar todos aquellos estímulos externos que interrumpan nuestro sueño. Evitar todas aquellas condiciones que alteran nuestro dormir, como tomar café en horas de la tarde-noche, tomar grandes cantidades de líquido en horas de la tarde noche, comer comidas abundantes y pesadas en horas de la noche, entre otras.
Es importante la consulta con un psicólogo o psiquiatra para evaluar el grado de asociación con alguna alteración en el estado de ánimo y determinar el tratamiento a seguir, como también ayudar en el manejo del estrés y otras situaciones que pueden agravar la sintomatología.
Por último, el tratamiento médico esta orientado a restaurar el desbalance de los neurotransmisores y lograr así corregir el trastorno en el procesamiento de los estímulos nerviosos: dolorosos y no dolorosos. Los medicamentos que han demostrado tener este efecto son: Amitriptilina – Duloxetina – Milnacipran – Pregabalina – Gabapentina. Las dosis se establecen según las características de cada paciente individual.
El efecto de estos medicamentos, el paciente lo percibe a las semanas de estar tomándolos y lo nota en las tres esferas del cuadro clínico: dolor – sueño no reparador – fatiga. Otros medicamentos utilizados para el dolor de tipo Nociceptivo, se suelen utilizar cuando el paciente tiene alguna otra causa de dolor músculo-esquelético que suele agravar el dolor general del paciente. En estos casos se puede utilizar cualquier anti- inflamatorio o analgésico de acuerdo con las características de cada paciente.